Esta situación provoca la crisis del Estado-nación constituido durante la Edad Moderna como sujeto de manejo institucional de las sociedades, y la crisis del Estado-nación como instrumento eficaz para gestionar los problemas.

Los problemas son globales, no se gestionan desde lo nacional, y se genera una crisis de la capacidad de representación de un mundo de pluralidad cultural a menos que haya una articulación de ese Estado en torno a principios plurales de fuente de identidad.

Sobre la globalización aclara que no es una ideología sino un proceso objetivo de estructuración del conjunto de la economía, sociedades, instituciones y culturas.

Una de las ideas más interesantes que propone Castells es pensar que la economía es global en la producción de bienes y servicios, pero no todo es global: De 3 mil millones de trabajadores estas empresas trasnacionales sólo emplean 200 millones. Es decir no más que el 7% de los trabajadores. Ahora bien: Estas empresas tienen la capacidad de controlar el 40% del producto bruto mundial, es decir, 2/3 partes del comercio internacional.

Volviendo a lo nuestro: Castells va a plantear que la comunicación es global a partir de los controles financieros y tecnológicos de la comunicación. Siete grandes grupos de comunicación controlan la producción del 50% del material audiovisual o de las noticias que se difunden. Esto no implica que la cultura y la información de los medios esté globalizada. Lo que ocurre es a la vez un proceso de globalización del negocio y de la gestión de la información, pero especificada, localizada en cada cultura.  

Para explicar esto Castells propone un buen ejemplo a través del magnate de los medios R. Murdoch que produce culebrones americanos según los modelos clásicos americanos, pero Sky Channel en Inglaterra se adapta a la tradición inglesa. También da otros ejemplos donde la adaptación a “lo local” incluye contratar a actores de la región. Por tanto va a decir que: La fórmula, el negocio, la estrategia es de comunicación global; la relación es obviamente con las culturas específicas, con las identidades, porque si no nadie vendería, nadie difundiría su información.

Finalmente, propone algunas ideas para pensar el rol del estado ante este contexto globalizador:

• La globalización del capital o del comercio internacional no depende sólo de que exista la tecnología para globalizar o la estrategia empresarial para hacerlo, sino que depende de que los estados realmente liberalicen, desreglen, privaticen y eliminen las fronteras.

• Si bien el neoliberalismo avanzó en sus posiciones, aún así el autor asevera que el mercado no es suficiente para generar identidad ni dar sentido, sino que la identidad es una reconstrucción del sentido de la vida de las personas en el momento en que lo que tenían como forma de organización, habla del Estado como mediación, se pierde.

 

La construcción de identidades en la globalización

Ante eso, la reacción es la construcción alternativa del sentido a partir de la identidad.

El autor plantea tres tipos de identidades:

• La identidad legitimadora, es aquella que se construye desde las instituciones y en particular desde el Estado.

• La identidad de resistencia: refiere a los colectivos que se sienten rechazados culturalmente o marginados y reaccionan construyendo formas de autoidentificación que permitan resistir frente a lo que sería su asimilación a un sistema en el que su situación sería estructuralmente subordinada.

• La Identidad proyecto es la que se articula a partir de una autoidentificación, siempre con materiales culturales, históricos, territoriales. Y aunque siempre sea con esos materiales, hay un proyecto de construcción de una colectividad.